viernes, 23 de abril de 2010

LA HUELLA HÍDRICA


Cuenta el escritor y catedrático de economía Jose Luis Sampedro que en sus tiempos de estudiante en la facultad (hacia 1940) se afirmaba que en la Tierra existen ciertos recursos, como el aire, el agua o el petróleo, que por su abundancia e inagotabilidad no requieren en su aprovechamiento de los esfuerzos de la ciencia económica.

25 años más tarde, la Crisis del Petróleo de 1973 puso de manifiesto lo desacertado de esta afirmación para el caso del petróleo.

Comprender que el agua es un bien escaso en nuestro Planeta Azul ha costado un poco más.

Publicado por TUTE en La Nación

Sin embargo, algunos expertos auguran que, al igual que el petróleo, que de forma más o menos soterrada está detrás de algunos de los conflictos bélicos actuales, uno de los factores de futuros e hipotéticos conflictos internacionales será la disponibilidad y acceso a los recursos hídricos.

Sin ir muy lejos, el agua es en nuestro país objeto de una creciente confrontación política y territorial. Especialmente en lo que se refiere a los trasvases entre cuencas.

Manifestación en Murcia en defensa del trasvase Tajo-Segura. 
Foto:  que.es
Llamamiento de la CNT contra el derogado trasvase del Ebro.  

Pero, ni los consumidores ni los productores, generalmente, somos conscientes de nuestro consumo real de agua ni del impacto que nuestras actividades económicas y nuestras formas de vida provocan sobre los recursos hídricos.

¿Cuánta agua es necesaria para prepararnos una taza de café?

Evidentemente, en nuestra casa, serán suficientes unos 100 ml de agua, que es nuestro consumo directo. A ellos habría que añadir el consumo indirecto o agua virtual. Es decir, el agua consumida en la producción del café que utilizamos, con independencia de que este consumo se haya generado en Colombia o en Etiopia.

El agua necesaria para una taza de café es aproximadamente de 140 litros, casi en su totalidad consumidos en la producción y comercialización del café.

Y es que el agua que gastamos no es solamente la que empleamos para ducharnos, preparar los alimentos o beber directamente, ya que todo lo que consumimos (bienes, productos, servicios) requiere de agua para su producción.

Para medir el impacto en las reservas de agua mundiales de nuestro consumo, en el año 2002, el profesor de la Universidad de Twente (Países Bajos), Arjen Y. Hoekstra, propuso el indicador de "huella hídrica", que mide el volumen de agua necesaria para la producción de los productos y servicios consumidos por los habitantes de un país (o actividad económica, o persona).

La huella hídrica es, pues, un indicador que incluye el uso directo e indirecto de agua por un consumidor o productor. Se mide en volumen de agua consumida (o evaporada) y/o contaminada.

Seún su autor: "El interés por la huella hídrica se origina en el reconocimiento de que los impactos humanos en los sistemas hídricos pueden estar relacionados, en ultima instancia, al consumo humano y que temas como la escasez o contaminación del agua pueden ser mejor entendidos y gestionados considerando la producción y cadenas de distribución en su totalidad”.

Cifras como las siguientes pueden, efectivamente, hacernos entender mejor nuestra verdadera huella hídrica:
  • Una manzana = 70 litros  
  • Un huevo = 135 litros
  • Un vaso de leche = 200 litros
  • Un filete de ternera (200 g.)= 3.200 litros
  • Una hoja de papel A4 = 10 litros
  • Una camiseta de algodón = 2.100 litros
  • Un par de zapatos de piel = 8.000 litros
  • Un coche = 250.000 litros
Lógicamente, estos valores, que pueden ser muy ilustrativos para el consumidor, deben ser tomados con cautela. La huella hídrica real de un producto depende de dónde y cuándo se produzca, de si se utiliza agua de lluvia o agua de riego.

Ello abre también nuevas posibilidades al comercio mundial. Como afirma Maite Aldaya, investigadora de la Universidad de Twente, en respuesta al periodista Clemente Álvarez: “El comercio internacional puede ser una forma de redistribuir el agua y de conseguir ahorros de este recurso”, favoreciendo la exportación de productos "caros en agua" (water-expensive products) en los países con excedentes importantes, y animando a su importación en los países que padecen estrés hídrico, como es el caso de España.

Claro que, para ello, habría que tener en cuenta también otros costos mediambientales, como la huella de CO2 generada en el transporte de esos productos.


Courtesy TerritorioScuola


Para saber más sobre el agua en general o profundizar en los conceptos de huella hídrica y agua virtual puedes enlazar con: AQUAPEDIA

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