viernes, 18 de febrero de 2011

HUELLA ECOLÓGICA Y SOSTENIBILIDAD EN ESPAÑA

El pasado 15 de febrero de 2011 se aprobó en el Pleno del Congreso de los Diputados el proyecto de Ley de Economía Sostenible (LES).

Según el artículo de El País que recoge esta noticia, “Se trata de un amplio documento que engloba multitud de medidas en multitud de ámbitos y con el que el Gobierno pretende impulsar un cambio en el modelo económico de España para la próxima década, incidiendo en competitividad, sostenibilidad medioambiental, normalización de la construcción, innovación y formación profesional e impulso a los sectores emergentes”.

Una de las medidas que contempla la LES es el fomento de las energías renovables, un sector que plantea diferentes alternativas y tecnologías frente a la producción energética tradicional. FOTO: PLANTA TERMOSOLAR SOLUCAR PS10 con tecnología de torre. En http://www.flickr.com/photos/afloresm/1448540890/in/set-72157607143198165/

Sin embargo, la tramitación de la mayor parte de esta ley, que el año pasado fue presentada por el gobierno como un proyecto estrella, ha pasado sin pena ni gloria por el Congreso y por el Senado y apenas hubiera tenido trascendencia en la sociedad española de no ser porque en la misma se incluye la mal llamada Ley Sinde, que no es más que una disposición adicional (un añadido) en la Ley de Economía Sostenible, y que, por contemplar una serie de medidas contra la llamada piratería en internet, ha encendido los ánimos entre los internautas.

No deja de sorprender que una ley que hace de la sostenibilidad su principal objetivo, haya tenido tan escasa proyección social. 

Y es que, a tenor de las conclusiones del Análisis de la Huella Ecológica de España (2008) elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, nuestro modelo económico actual y nuestras formas de vida (consumo, ocupación del ocio, generación de residuos…) resultan cualquier cosa menos sostenibles, y la situación cualquier cosa menos tranquilizadora:

Según datos de este informe, la huella ecológica media de una persona en España  fue, en 2005, de 6,4 hectáreas de territorio productivo. Es decir, cada habitante de España requiere de 6,4 hectáreas de terreno productivo para satisfacer sus necesidades de consumo y absorber sus resíduos, que, comparadas con las 5,4 ha de 1995, arrojan un ritmo de crecimiento de 2,7 m2 diarios por persona en este periodo. 

La huella ecológica por habitante en España aumenta a un ritmo de 2,7 metros cuadrados por persona y día, o lo que es lo mismo, la huella ecológica total nacional aumenta a un ritmo de 12.000 campos de fútbol diarios. FOTO panorámica de Mestalla en WIKIPEDIA (un guiño a mi compañero y amigo Alex Amorós y a mi hijo Adrián, fervientes seguidores del Valencia C.F.)

Claro que estas cifras, en sí mismas, dicen bien poco. Para hacernos una  idea más ajustada de la verdadera dimensión de nuestra sostenibilidad (o insostenibilidad) debemos compararlas con nuestra biocapacidad (superficie de cultivos, pastos, bosques y mar productivos), es decir, con la superficie biológicamente productiva disponible, que en 2005 era de 2,4 hectáreas por habitante.

La biocapacidad o superficie productiva disponible en España, en 2007, era de 2,4 hectáreas por habitante. FOTO: Pastos de montaña en Tresviso. Autor: Laura Ortego en MeteoSal.com

Así,  en 2007, la huella ecológica superaba en 2,6 veces nuestra biocapacidad, con un déficit ecológico de 4 hectáreas por habitante. 

Dicho de otro modo, se necesitan casi 3 Españas para mantener el nivel de vida y población actuales.

FUENTE: Análisis de la Huella Ecológica de España (2008) . Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino

No obstante, nuestro  verdadero impacto ambiental es todavía mayor, ya que en el cálculo de la huella ecológica no se contabilizan algunos impactos como la contaminación (del suelo, de las aguas, atmosférica, excepto las emisiones de CO2), la erosión, la pérdida de diversidad o la afectación del paisaje. Ni se tienen en cuenta los impactos relativos a los usos del agua, salvo la superficie ocupada por infraestructuras hidráulicas, como los pantanos. 

Por otra parte, la percepción entre la población del impacto ambiental real de nuestras actividades económicas y nuestras formas de vida ha ido disminuyendo conforme han avanzado los procesos de urbanización, es decir, la concentración demográfica en núcleos urbanos cada vez más distantes de los espacios productivos en los que se satisfacen las necesidades o que deben absorber los residuos, y de globalización, que provoca que parte de nuestro impacto ambiental se produzca en terceros países. 

Aunque, los indicadores de huella ecológica y déficit ecológico deberían hacernos más perceptibles estos impactos y promover una reflexión acerca de nuestro modelo de desarrollo y nuestras formas de vida (y en última instancia un compromiso a favor de modelos más sostenibles).

Porque, como se afirmaba en un artículo de El País titulado El decrecimiento, "puede ser difícil de aceptar, pero desde el punto de vista ecológico no hay posibilidad alguna de mantener un planeta con recursos finitos basándonos en modelos de crecimiento ilimitado. No existe tierra cultivable suficiente para mantener una agricultura produccionista que alimente a las personas, alimente a la ganadería intensiva, y que -como nos explican ahora- genere la energía del futuro, los biocombustibles".

Viñeta de El Roto en el diario El País, 2007
Desafortunadamente, que las medidas hacia una mayor sostenibilidad contempladas en la Ley de Economía Sostenible hayan ocupado tan poco espacio en las agendas de nuestros políticos, no parece ser un buen síntoma de que esta necesaria reflexión vaya a producirse a corto plazo en la sociedad española.

viernes, 4 de febrero de 2011

LOS RECURSOS HÍDRICOS (I). LOS RECURSOS HÍDRICOS EN EL MUNDO

Antes de empezar a leer este artículo, te propongo un juego: Anota los lugares en los que podemos encontrar agua dulce en el Planeta, es decir, los depósitos naturales de agua dulce (al igual que los mares y océanos son depósitos naturales de agua salada).

Foto tomada de Fundación Antama

Repasemos ahora la lista:

Los reservorios naturales de agua dulce en cualquiera de sus estados (sólido, líquido o gaseoso) son: los ríos, los lagos, el agua subterránea, los glaciares (polares y alpinos), la humedad del suelo (que permite a las plantas sobrevivir cierto tiempo después de producirse las lluvias) y el vapor atmosférico.

Ibón de Literola (Huesca). Los ibones (ibón es un término aragonés) son lagos de origen glaciar del Pirineo aragonés y contienen agua de una extraordinaria calidad. En muchos casos son el origen de un río.  FOTO: Banco de Imágenes y Sonidos. Ministerio de Educación

Ahora bien, ¿qué porcentaje sobre el total representa el agua dulce  en un planeta llamado azul porque más del 70% de su superficie está ocupado por agua?

Imagen del Planeta obtenidas por satélites de la NASA en 2002

Kilómetro cúbico arriba o abajo, en torno al 97% del total del agua del Planeta es agua salada. Y solo entre un 2,5 y un 3% es agua dulce.

Distribución del agua terrestre. Imagen de uso libre elaborada con datos públicos del United States Geological Survey

De este escaso 3% de agua dulce, casi el 70%  se encuentra atrapada en forma de hielo en los glaciares polares y de montaña. Prácticamente la totalidad del agua restante es agua subterránea. Apenas el 1% es agua dulce superficial, incluyendo la que se encuentra  formando parte de la humedad del suelo y en forma de vapor atmosférico, que, por su estado, no puede ser directamente utilizada por el hombre.
 
Estos datos nos llevan a la conclusión de que el agua líquida disponible (es decir, susceptible de ser utilizada por el hombre) es de solo un 30,4% del agua dulce del planeta (7,6·10-5, o sea, menos de una cienmillonésima del agua total) y que, fundamentalmente, se trata de agua subterránea que requiere un mayor esfuerzo en su aprovechamiento que el agua superficial. Ello explica la enorme presión que el ser humano ejerce sobre las aguas superficiales para satisfacer un creciente uso de las mismas.

El conjunto de agua dulce líquida disponible, superficial y subterránea, se denomina con el término genérico de RECURSOS HÍDRICOS, y gracias al Ciclo Hidrológico constituyen un recurso renovable siempre que su consumo y contaminación no superen su capacidad de renovación o depuración.

El ciclo hidrológico hace del agua un recurso renovable, siempre que en su uso no se supere su capacidad de renovación o depuración.

Lógicamente, los recursos hídricos del Planeta no se distribuyen de forma homogénea.

Si consideramos que tanto las aguas superficiales como subterráneas proceden de la transformación en escorrentía de parte del agua precipitada (otra parte vuelve a la atmósfera en forma de vapor a causa de la evapotranspiración), la relación entre recursos hídricos y precipitaciones es evidente: Salvo los lugares (como el desierto del Sahara) en los que abundan los recursos subterráneos fósiles acumulados a lo largo de miles de años en condiciones climáticas diferentes a las actuales, las regiones con mayores recursos hídricos son aquellas que reciben más precipitaciones y lo hacen de forma más regular.

Cartograma de la distribución de los recursos hídricos en el mundo. Las regiones con mayores recursos hídricos son Sudamérica y Asia-Pacífico. © Copyright SASI Group (University of Sheffield) and Mark Newman (University of Michigan). Worldmapper

Claro que, aún más desigual es la demanda que los grupos humanos ejercen sobre estos recursos para uso doméstico, agrario, o industrial, existiendo enormes diferencias entre el llamado mundo desarrollado y los países en vías de desarrollo.

Así, mientras en los países desarrollados el consumo doméstico de agua por habitante es muy elevado, resultando algunos usos casi extravagantes (como lavar el coche o construir edificios con agua procedente de la red pública de agua potable de alta calidad), unos 1000 millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua potable. Otros 2000 carecen de un saneamiento adecuado. Más de 2,5 millones de habitantes de los países en desarrollo, sobre todo niños, mueren cada año por enfermedades asociadas con la falta de agua potable, el saneamiento adecuado y la higiene. 

Cartograna sobre el consumo medio de agua para uso doméstico por habitante entre 1987 y 2003. El agua para uso doméstico incluye: agua para beber, agua usada para servicios públicos, establecimientos de servicios comerciales (como los hoteles), y viviendas. El promedio mundial es de 52 metros cúbicos cada año. Pero hay variaciones enormes en el uso de agua por persona. En Camboya, donde la mayoría de sus habitantes no tiene acceso al agua potable, se utilizó un promedio de 1,8 metros cúbicos por habitante. Los residentes de Australia utilizan un promedio anual de 487 metros cúbicos de agua, muchos de los cuales son empleados en regar sus céspedes y llenar sus piscinas. © Copyright SASI Group (University of Sheffield) and Mark Newman (University of Michigan). Worldmapper

También resultan enormes las diferencias en el consumo industrial, cuyo volumen dobla el del consumo doméstico. Casi un tercio del total es consumido por la industria de Estados Unidos, mientras que el consumo industrial en el África subsahariana y occidental es prácticamente inexistente y supone una trigésima parte del total mundial.

Cartograna sobre el consumo medio de agua para uso industrial por habitante entre 1987 y 2003. Las disparidades en el consumo industrial son enormes, correspondiendo los mayores consumos a los países del este de Europa, especializados en sectores industriales maduros, con instalaciones obsoletas y una legislación medioambiental menos exigente que en los países más industrializados, ocupando el primer lugar Bulgaria con 1303 metros cúbicos por habitante anuales. Estados Unidos tiene un consumo de 723 metros cúbicos por habitante, muy superior al de Francia y Alemania, con 389 y 388. Frente a ellos, países africanos como Tanzania, Mozambique y Uganda tienen un consumo industrial de 0,65 metros cúbicos por habitante y año.© Copyright SASI Group (University of Sheffield) and Mark Newman (University of Michigan). Worldmapper

Las desigualdades en el consumo agrario, que supera el 70% del consumo total de agua en el mundo no están tan relacionadas con el grado de desarrollo de cada país como con sus condiciones climáticas y el tipo de cultivo o de ganado dominante.

Lógicamente, en igualdad de condiciones, los países que consumen más agua para uso agrícola son aquellos que reciben menores y más irregulares precipitaciones y tienen unas temperaturas elevadas, ya que el regadío consiste en sustituir el año hidrológico natural por otro artificial más acorde con las necesidades de los cultivos, aportando más agua cuanto mayor es el estrés hídrico que estos sufren. Ello explica que los países mediterráneos europeos sean más consuntivos que sus vecinos atlánticos, más beneficiados por las lluvias y con temperaturas moderadas.

Cartograna sobre el consumo medio de agua para uso agrario por habitante.  Entre 1987 y 2003, se utilizaron una media de 2,4 trillones de metros cúbicos de agua para uso agrícola al año. El agua para uso agrícola incluye el agua de regadío y la de cría de ganado. Una gran parte del agua para uso agrícola se utiliza en los territorios asiáticos como la India, Pakistán, Nepal, China, Filipinas, Indonesia, Japón y Vietnam, especializados en el cultivo del arroz. © Copyright SASI Group (University of Sheffield) and Mark Newman (University of Michigan). Worldmapper