domingo, 23 de mayo de 2010

CAMBIO CLIMÁTICO Y CIVILIZACIÓN

El previsible cambio climático, determinado por el aumento de la temperatura media del planeta o calentamiento global, es uno de los más graves problemas a los que se enfrenta nuestra civilización actual.


Y es que, a diferencia de lo que suele afirmarse, el calentamiento global, inducido por las actividades económicas y las formas de vida características de nuestras sociedades desarrolladas, no pone en peligro el planeta (que ha experimentado a lo largo de su historia numerosos y grandes cambios climáticos), sino nuestra presencia en determinados lugares del mismo y nuestras formas de aprovechamiento de los recursos.

Sin embargo, no es la primera vez que cambio climático y civilización caminan de la mano estrechamente unidos. Muy al contrario: el auge y caida de muchas de las civilizaciones antiguas están relacionados con cambios climáticos. 

Un ejemplo paradigmático y cercano es el de la brillante y rica civilización egipcia, desarrollada a lo largo de una estrecha franja alrededor del curso y en el delta del Nilo, fuente inagotable de recursos rodeada de una de las zonas desérticas más extensas del planeta.


Hace unos 8.000 años, las altiplanicies saharianas estaban repletas de flora y fauna y pobladas por grupos humanos que practicaban la caza, la recolección y la pesca en lagos y ríos y que plasmaron la riqueza de la zona y sus formas de vida en pinturas y grabados rupestres como los de Tassili n'Ajjer, hoy uno de los lugares más inhóspitos del mundo.

Escena de caza en Tassili n'Ajjer

Sin embargo, hacia el 5.000 a.C. se inició en el Sáhara una etapa extremadamente seca.

Huyendo de la desertización, muchas de las poblaciones nómadas de la zona se asentaron a lo largo del curso del Nilo, desarrollando una forma de vida sedentaria basada en la agricultura y la ganadería y adaptada al ciclo natural del río y su benéfica inundación anual.
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El estrecho valle del Nilo y su delta acogieron la civilización neolítica del Antiguo Egipto

Campesino arando (arriba) y trilla del trigo (abajo). FOTOS: Wikipedia


Pero, si el Gran árido medio holocénico (el cambio climático que convirtió las planicies saharianas en el desierto que hoy conocemos) favoreció el surgimiento de la civilización egipcia, otras alteraciones climáticas están detrás de la caída de diversas civilizaciones en diferentes momentos y lugares del planeta.

Una de ellas es el Imperio Jemer o Khemer, que floreció en Camboya entre el siglo IX y mediados del XV.

El templo de Angkor Wat está considerado como la mayor construcción religosa del mundo y es la obra maestra del arte jemer. Actualmente es el templo mejor conservado de Angkor, ya que, a diferencia del resto de la ciudad, nunca fue abandonado por completo.

Su resplandeciente capital, Angkor, que llegó a albergar unos 750.000 habitantes y constituyó el complejo urbano más extenso del mundo preindustrial, fue abandonada a finales del siglo XVI, engullida por la selva y redescubierta para el mundo occidental a mediados del XIX. 

Las higueras estranguladoras engullen el templo de Ta Prohm en Angkor. FOTO:  Robert Clark. National Geographic

El apogeo del Imperio Jemer se fundamentó en la ingeniería hidráulica, que permitía el control y almacenamiento del agua procedente de las intensas lluvias monzónicas del sureste asiático.

Una extensa red de canales, presas y embalses dio a los jemer la capacidad de superar no sólo los periodos de sequía, sino también las inundaciones propias de la estación monzónica, y, con ello, de vencer la dependencia del cultivo del arroz del ritmo pluviométrico estacional, aumentando la productividad mediante el regadío.

El Baray Occidental, un lago artificial de 8 km de longitud, con un templo en medio, formaba parte de un vasto sistema de gestión hidráulica, origen de la riqueza de Angkor. FOTO:  Robert Clark. National Geographic

Sin embargo, la pérdida de este control hidráulico, provocada por una sucesión de sequías extremadamente severas entre 1362 y 1392 y entre 1415 y 1440, favoreció la caída a manos de los invasores siameses de un imperio debilitado económicamente y sometido a conflictos sociales y fuertes tensiones internas por la falta de alimentos.

Unos siglos antes, mientras Angkor caminaba hacia su esplendor, y en la otra parte del mundo, una catástrofe climática similar acabó con la civilización maya de México y América Central.


Ruinas de Comalcalco, en Tabasco

Estos episodios (y otros más recientes como el colapso aéreo europeo como consecuencia de la erupción del volcán islandés Eyjafjalla) constituyen una lección de humildad acerca de los límites del desarrollo tecnológico humano.

Una lección que, como otras tantas de la historia, nuestra civilización parece no haber entendido.

3 comentarios:

  1. MUY BUENA LA INFORMACIÓN AMIGO/A


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